La corrupción es un mal silencioso que, de cuando en cuando, le prestamos atención porque salta a la pantalla como sucede con el caso de Odebrecht, donde por su magnitud y el hecho de haber involucrado a actores políticos, ocupa las principales páginas de los periódicos y es tendencia en redes sociales. Pero el problema mayor es que nos hemos acostumbrado a ese flagelo; los sobornos, las presiones, amiguismos y padrinazgos, no son temas ajenos a la cotidianidad en muchas organizaciones.