Por tradición se ha asociado el poder político a la esfera pública pero, en aras de combatir la ingenuidad, habrá que reconocer su creciente injerencia en el ámbito de lo privado debido a los avances en materia de ciencia y tecnología aunque, a su vez, será importante recordar que la pretensión de controlar la población no es nueva, pues hace parte de la política “tradicional”, porque no podemos olvidar que la población es uno de los elementos fundantes del Estado Moderno y que, por tanto, su vinculación con la política resulta más que obvia. El mismo ser humano, como lo describía Aristóteles, es un Zoon Politikon (un animal político). Es así como bajo la óptica realista de las relaciones internacionales y producto de esa misma intervención de la ciencia y la tecnología en la vida humana, vemos cómo el elemento poblacional se convierte en una simple cha a jugar. Lo que una vez más nos comprueba aquella tesis de que en el plano internacional reina el “Estado de Naturaleza”, un estado que, como lo describían los teóricos de la política, es previo a la civilidad y en donde no había respeto por los derechos naturales, ni siquiera a la vida, el primero de ellos.